Tema 5

Icono IDevice Principios Técnicos que Determinan la Eficiencia de la Aplicación de los Herbicidas

Por lo general, cuando se habla de control de malezas, en lo primero que se piensa es en el uso de herbicidas; sin embargo, hay otros métodos de control que ayudan a disminuir la aplicación de estos productos. Si bien es cierto, la mayoría de ellos son de una toxicidad baja para los mamíferos, no son completamente inofensivos para la población, puesto que pueden acumularse en el suelo y contaminar los cursos de agua.

Es sabido que los insecticidas, son más peligrosos que los fungicidas, los nematicidas y los herbicidas, desde el punto de vista de la toxicidad; pero una acción encaminada a racionalizar el uso y aplicación de estos productos, podrá mejorar la calidad de vida de las próximas generaciones.

En todo caso, si la aplicación de productos químicos es inevitable, es importante que sea bien hecha y, para ello, se debe comenzar por un reconocimiento preciso del problema a enfrentar. En lo concerniente a los herbicidas, se debe hacer un reconocimiento de las malezas a controlar, para determinar, con precisión, qué producto utilizar, en qué dosis y en qué momento. De esta forma, es necesario conocer el tipo de maleza predominante, si es de hoja ancha u hoja angosta (gramínea o ciperácea); si es de ciclo de vida anual, bianual o perenne; si tiene estructuras vegetativas de reproducción, etc. Es decir, conocer desde el inicio el problema que enfrentamos para hacer un control lo más eficiente, económico y limpio posible.

Asimismo la época de aplicación es importante, "en preemergencia se realiza entre 10 y 12 días después de la siembra y antes de que el material de siembra emerja del suelo. Este tipo de aplicación requiere buena humedad en el suelo y una aplicación a presión constante, si es en posemergencia, se hace después de la emergencia de la caña y las malezas y antes de que estas últimas alcancen una altura superior a 10 cm. Se debe realizar cuando las malezas presentan una cobertura superior a 40% del área de cultivo." [3]

Una vez elegido el producto adecuado, es importante determinar si su aplicación será rentable, es decir, si el costo de su aplicación se justifica desde el punto de vista económico. Ello dice relación con el rendimiento esperado en el cultivo y con el aumento de rendimiento esperado luego de la aplicación del producto químico. Este incremento dependerá de la agresividad de la o las malezas predominantes en el cultivo.

Otro factor a considerar es que no todas las aplicaciones de herbicidas son iguales, cuando se aplica un producto suelo activo (producto cuya absorción es preferentemente al nivel de raíces), es conveniente aumentar el volumen de agua, ya que se necesita que el producto se ubique en un determinado lugar del perfil del suelo y con buena humedad. Si se aplica un herbicida al follaje, éste puede ser de contacto o sistémico.

En el primer caso, será necesario que el producto cubra la mayor superficie foliar posible, por lo que también se requerirá un alto volumen de agua bien distribuido y se recomienda, además, la adición de un adyuvante (producto utilizado en mezcla con los formulados para mejorar la aplicación y/o eficacia de éstos). En el caso de los productos sistémicos, la cantidad de agua puede ser menor, ya que sólo se necesita como vehículo de ingreso a la planta. Una vez adentro, la molécula tiene la capacidad de movilizarse por los tejidos conductores de la planta, hacia los puntos de crecimiento donde ejerce su acción letal.

La mayoría de las indicaciones para la buena aplicación de un producto químico vienen escritas en la etiqueta del producto, de ahí la importancia de leer y seguir las instrucciones para cada caso, además de la asesoría de un profesional en esta área.

Un detalle que no hay que descuidar, es el empleo del equipo apropiado para la aplicación de herbicidas. Esto hace referencia con el tipo de bomba, el tipo de boquillas y la regulación y estado de las mismas.

Es así, que en el caso de aplicaciones de poca superficie, es recomendable el uso de una bomba de tipo manual, con una o más boquillas de abanico (hay de 80° y 110°). La elección de éstas dependerá del cubrimiento que queremos tener.

Por otro lado, cada boquilla tiene definido la cantidad de líquido a entregar, lo que va a determinar tanto el volumen como el tamaño de la gota, dependiendo de la presión del equipo.

Asimismo, es fundamental que al inicio de la aplicación, se revise el estado de las boquillas, para verificar si todas están liberando la misma cantidad de líquido, de lo contrario hay que reemplazarlas. Para este efecto se hace una prueba con agua, donde se coloca una bolsa plástica o un recipiente en cada boquilla. Al cabo de un minuto se mide el contenido de cada una de ellas, reemplazando las defectuosas. Estos pasos se pueden realizar antes de cada aplicación dada su simplicidad.

Por otro lado se estima que para realizar un excelente control de malezas en cultivo de la caña de azúcar, se requiere en promedio de una cantidad de agua que oscile entre 600 y 800 litros de agua por hectárea, logrando así un buen nivel de humedecimiento de las malezas tanto en las calles como en los surcos.

Especial cuidado hay que tener en el uso de equipos protectores para el aplicador, pues, aunque estos productos no son tan tóxicos como los insecticidas, algunos de ellos pueden afectar la salud humana. Así, el uso de guantes, botas de goma, antiparras y trajes protectores se impone como obligación.

Cuando se usa productos sistémicos, es decir, los que se movilizan dentro de la planta, hay que cuidar que no se produzca deriva (fenómeno que ocurre por el arrastre de las gotas desde el lugar de aplicación a superficies cercanas), ya que pueden verse afectados cultivos sensibles.

Para evitar o minimizar el daño provocado por la deriva, se recomienda el siguiente procedimiento:

  1. Aplicar en horas sin viento (velocidad inferior a 5 km / h).
  2. Bajar la barra de aplicación lo máximo posible. Esto se logra, además, con los diferentes tipos de boquilla: las boquillas de 110° pueden trabajar hasta 30 cm del suelo y las de 80° a 40 cm.
  3. Disminuir la presión de la bomba.
  4. Usar boquillas de baja presión.

En general, es importante tener presente que los errores en la aplicación de productos químicos es la causa de muchos fracasos en el control de malezas en los diferentes cultivos, a pesar de ser, éste, un factor manejable en la mayoría de sus aspectos.

Muchas veces, la mala respuesta a un tratamiento herbicida se debe a que el producto no ha sido bien aplicado, y no por razones inherentes al producto mismo, como es la creencia general.

Finalmente, cabe recordar que los envases en que se almacena y transporta pesticidas deben ser manejados con rigurosidad, es decir, una vez utilizados, si quedan productos remanentes, éstos deben sellarse y almacenarse adecuadamente, lejos del alcance de menores y animales domésticos. Si el producto es empleado en su totalidad, los envases deben ser lavados, al menos tres veces, y luego perforados para ser inutilizados y ser entregados a las empresas que tienen la tecnología adecuada para su destrucción.


[3] CENTRO DE INVESTIGACIÓN DE LA CAÑA DE AZÚCAR DE COLOMBIA. El cultivo de la caña en la zona azucarera de Colombia. Calí: Feriva, 1995. p. 147.